1.
«An estimated 300,000 child soldiers, boys and girls under the age of 18, are involved in more than 30 conflicts worldwide. Child soldiers are used as combatants, messengers, porters, cooks and to provide sexual services. Some are forcibly recruited or abducted, others are driven to join by poverty, abuse and discrimination, or to seek revenge for violence enacted»: Optional Protocol to the Convention on the Rights of the Child on the Involvement of Children in Armed Conflict (2002)
Gracias, señores inventores, por las pequeñas pistolas
que caben en las manos de los niños. Gracias, Occidente,
porque ustedes dan el progreso y mi niño es moderno.
Le han herededo el futuro; él comenzó
como mensajero. Ustedes le dijeron que fuese un chota
contra tribus que son hoy nuestros rivales.
Nosotros ignorábamos a las tribus enemigas
hasta que aparecieron ustedes, proveyendo pistolas.
Ustedes que lo saben todo han definido,
a su modo, el enemigo, quizás porque son muy civilizados,
científicamente planificadores, menos crédulos,
previsores, concienzudos.
Y traen y llevan dinero a las villas de su elección
y tienen campamentos donde se predica el evangelio
y se enseña a orar y dar pan, siempre y cuando
seamos obedientes. Y creamos en Dios
y en ustedes.
Mi hijo es obediente y le dieron una pistola
porque en la villa cercana, con la que nunca tuvimos
estos violentos percances hasta que ustedes llegaron,
la gente se ha vuelto recelosa. Ya creen
que somos malos vecinos y que preferimos
a ustedes, a sus dioses, a sus inventos;
ya no peleamos con gritos y puños
como antes ante las diferencias y problemas comunes;
ahora tenemos la Civilización de nuestro lado
y la obligación de ser intermediarios
con ustedes que quieren comprarlo todo,
si no por la paz, con las pistolas.
Dominar todo, nuestras vidas y la de ellos
cuando antes respetábamos las reglas triibales,
así por siglos y milenios. Comprendíamos
sus costumbres, sus celos, sus mujeres,
sus tierras, sus señales y tambores.
Ahora tenemos pistolas, niños que les obedecen
a ustedes y que a aquellos vecinos,
antes tranquilos, les decían sus amigos distantes.
Ahora, de repente, son enemigos, rebeldes,
fanáticos, salvajes, xenofóbicos, subversivos, reacios,
insurgentes... ¿qué ha pasado?
... pero, gracias, en luchas con ellos
llevamos las ventajas.
Ustedes nos trajeron las pistolas.
Podemos matarlos desde lejos.
Mi hijo es ya soldado. No me oye a mí
(porque yo no soy quien sé niinstruyo
su lenguaje y su civilización, el vínculo
con el Occidente).
Me tiene en menos y está armado
y ustedes le dieron rango, ya no es mensajero.
Tiene una pistola que le cabe en su mano
de sólo doce años y me la pone en las sienes
y a mí, siendo su padre, me ordena:
«Obedece»; pero, gracias, Occidente.
Cuando venga la tribu rival de nuestra villa,
él sobrevivirá; él puede matar de lejos y tiene un arma.
Yo nunca ví una de ese tipo,
pero él la tiene y ustedes se la dieron.
2.
En alguna parte, en un país deforestado
y seco, un hambriento quisiera sembrar una planta
que le ofrezca sustento; pero tiene un problema.
La tierra no es suya; si surgiera un tomate
crecida ya la planta generosa que desafía
la sequedad del suelo, va a aparecer un dueño
y va a reclamar el tomate.
El hambriento tendrá que irse, acusado
de robo; llorando su hambre, pasando de aldea
en aldea con el mismo experimento.
Si se acercara al pueblo y fuese a una oficina
a pedir caridad, un bocado, un toldo bajo la muerte
le dirán pordiosero; si le dijeran que trabaje
(para que no haga súplicas en vano)
redescubrirá lo que sabe.
Sólo se preparó para sembrar un tomate,
o un puñado de frijoles y su apariencia no le ayuda
(ni el mundo tampoco: no tuvo escuela alguna.
Nadie en su pueblo. Ni tuvo salud para curarse
algunas llagas, o sombras de sarampiones).
Parece un sucio y asqueroso malviviente.
Puede que lo acusen de leproso,
o que viene a crear problemas, tal vez
sea un ladrón. Para él, no hay trabajo.
Es un condenado en su propia tierra.
Un intocable.
Pero aún suplica; el hambre no lo deja
esconderse. La desesperación lo llena de lágrimas..
Otros alegan que están demasiado ocupados
para darle un pan y un vaso de agua.
O dicen que también le falta ese pan
para sus hijos y primero son ellos.
En algún lugar del mundo, cuando los ven,
dicen que hay que enseñarles a pescar
y darles la caña de pescador; pero no se las dan
y no les enseñan. Pura promesa vestida
de filantropismo chapucero.
Están demasiado ocupados elucidando
una teoría de que el altruísmo crea desvergonzados.
Vuelve a la gente improductiva y parásita.
En algún lugar del mundo, un hambriento
con las mismas características, decide que es mejor
abrirse las venas, o chocar su cabeza contra una peña
con el hiriente filo; otro hambriento lo mira.
Se quitó la vida; pero él tiene una meta,
algo esperanzadora... si caminara más,
o todo lo que le queda por caminar,
él hallará un campamento.
Allí los arman, le dan cierto uniforme
y le asignan una ruta qué proteger con la vida.
Una ruta de opio, quizás, o lo suman
a una cuadrilla de asesinos, a veces son chiquillos
de diez a 13 años; pero les dan comida,
les piden fidelidad al grupo
y que mate a quien quiere interrumpir
el empleo que han ganado.
Sicario, mercenario, asesino.
03-12-2002 / El libro de la guerra
2.
xx
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