Monday, May 10, 2010

Prosopografía de la matriz espaciotemporal sin la Nana


1.

Madre, que habitas
en el tiempo cotidiano del que no te quiere
sublime ni santa en la boca del Hoy.
Tremendo es el desafío emprendido
hacia el espacio que crees
que tú mereces.

Toda la maldición del mundo, su tiempo
que origina los lamentos regidos por incomprensiones,
prosaicos hacen los lenguajes que te nombran
y todo lo reducen a faena:
«Lava esos platos,
cámbiale los pañales a esos para su mal
y nuestro mal nacidos. Toma la escoba y no cantes».


Tras un instante y otro, cuesta llenar las bocas
de alimento, falta pan en la casa y hay que pagar
cuentas de hospicios y medicamentos.
Parir parece gratis y no lo es, carajo.
«Aprende a callarte y calla al niño», dice él.
Los vecinos se quejan y el salario es escaso
y la impaciencia abundante, por desgracia.

«Cada parto es tu culpa, no te cuidas»,
dice él ante lo contingente y lo predeterminado.
(«ya te dije, no te subas a mí.
Hoy no tengo condones y estoy caliente»).


Para que no nazca como una carga
de instantes de rutina y eche a él sus quejas,
«opérate, niégate», le dice.
«Ya sabré si salgo a eventos
porque fuíste tú quien te quisiste esclava
de la casa, criadora de mocosos
y yo te dije: el mundo tiene otras cosas,
otras diversiones y me condenaste contigo».

«¡Amarrados estamos!»,
dice ella ...
«pues, tú lo quieres
así, así... pariendo, uno tras otro...»

porque tiempo y espacio sin marido
no tiene sentido, no supo estar sola
y la tirria de sus discursos,
sean o no, lenguajes hablados y aprendidos,
son mutuos modos de soñar pocavergüenzas
y cantar la anti-nana de inculpación y chantaje.
Ellos fabricaron su hastío y ni siquiera
son hoy los buenos padres.

A los hijos no dan atenciones.
Ella emite un grito cada instante.
En destemple de vida habita con la guerra
y la hace sentir con las ollas,
tirando platos, maldiciendo el destino
de que un hombre la mantenga y no sepa hacer
otra cosa, sexo y tareas que ya la aburren.

Ganas tiene de largarse a otros mitos
y no cantar nanas al dormir a esos piojosos
(y, ¿qué va a hacer? ¿cambiarlo por otro marido?
¿quedarse sola? ... no sabe estar sola.
No sabe vivir sin hombre).

El asunto, en esta vil maternidad, era ésto.
En el Tiempo, la vida es una tragedia,
un hastío. Se es madre o se es puta.
«Díme tú lo que quieres ser», él le pregunta.
Y no sabe. No sabe.

2.

Ella, madre de las Crías,
habita en la dinámica disfuncional de un criadero.
Ella quisiera ser la puta divertida
en lo prosaico que a él le gusta,
pero ya no puede. Y no quiere ser puta
(ella creyó verse enamorada de su hombre,
pobre y tradicional, como todos en su miserable pueblo).

Admite que ya, por familia engendrada
de sus óvulos, tiene a doce
y que son muy pocas cunas, pero muchos
quienes duermen sin espacio blando en el suelo
sobre el paño hediondo, dizque alfombra.

Y la casa decayendo y el pueblo sin empleo
y su esposo, en la brega, no por ello
afortunado, ¿cómo? con diez diez hijos
en bostezos, uno de cuna, otro
en el vientre de su mujer, creciendo.

Su voz es cada vez más pobre.
Como cantora, ella es avecilla cansada.
Toda desgaste moral y sicológico,
vector de epidemias crecientes.
Gorjea como los cuervos y nada hay que sea
dulce timbre en su garganta.

Son doce críos y el mayor es delincuente
y él no recuerda que haya capturado
una pizca de amor en el indecible Decir
de su madre.

Alguna vez ella creyó que hubo sustento feliz
en el espacio y desafió propiedades
de objetos carentes de existencia maldita
y no fue cierto. De su vientre salen
todos los conflictos y se abren paso
entre portales amplios; «himen / virginidad
de puerta estrecha, ¡qué falta haces!
aquí, acullá, fuera, con heterogénas ínfulas,
donde la virtud huye y se expresa
en su lugar la madre amarga, el macho,
el cazador,
el dominio homologante,
lo que no quiere coexistencia,
nivel de desarrollo,
lo que mutua y simultáneamente
excluye, destruye y nunca recompensa...

Pero ella, madre de la Nana inaudible,
tenga o no ya la matriz pequeña, hoy es
quien odia la devoción por las aguas,
ahora fluye como lamento libre,
año a año.

Envejece y sigue echando sobre el fango
los mogrullos y no hay canción de cuna
ni hijo vibratorio de su canto,
sólo el asomo por cesárea de nuevas caras
hambrientas, tristes, frustradas,
hijos del desencanto.

Niños que no tienen futuro potencial
ni plenitud. Ya son tres en la droga
y uno en la cárcel de menores
y una madre está pensando
quitarse la vida y dejar una nana

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