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3. La casa, vida
familiar de los Güeldres
En la
centralidad del riesgo
donde un puño
los azota no pelearán
contra la sistémica
inmoralidad que los circunda...
De «El libro de anarquistas» [2014],
pág, 78
Papá
escribió que no nacería sin que una casa fuese hecha para mí y una habitación
privada, ya preparada para amar a Claudia. En ese tiempo, ella dormía con una
hermana que, pasados algunos años, dejo la comunidad, y regresó a Holanda. Ella
no nació para esta fe y a Claudia la extrañaba porque fue «la hermana
consentida». Una cosa distinta es que se creyera que pudiera internarse en los
montes y vestir con los anchos atuendos de una campesina, meter sus manos
delgadas y delicadas en la tierra, sembrar, madrugar a alimentar los gansos de
una granja y estar a las 9:00 de la mañana, lista y entusiasmada, para cocinar
para otros y su esposo.
––Has
cambiado, Claudia. ¿Dónde quedó la artista?
––No
he cambiado, no.
––La
hija consentida por mamá.
––Bueno,
todos cambiamos un poco. Es lo inevitable. Justo que ocurra.
––No,
no... has cambiado para lo peor––,recriminaba con lástima.
Claudia
cuidaba, con esmero al Molokano Güeldres. Tenía la paciencia de escucharlo
cuando llegaba. El se vestía con su rubaja azul, una especie de camisa larga y
pareja, que le dio la famosa facha de Cosaco. Sus conversaciones nocturnas, si
llegaba a la casa, eran de nunca acabar. Cuando Iván atendía enfermos, lejos de
la propiedad suya, su padre venía y montaba guardia, porque ––los bávaros
rondan y los Rednitz, por envidia a mi hijo, son lobos disfrazados de ovejas y
están dentro del mismo redil––.
A
veces pienso que Abuelo dio a su nuera detalles sobre la vida comunitaria de
Guadalupe y Chichihuatl que a mi padre, siempre tan ocupado con enfermos y
partos, no le pudo decir, pero, las mujeres menonitas son asesoras a la sombra del marido. La
estructura matriarcal permite que el esposo las oiga y tome en cuenta lo que digan.
Mi padre no tomaba decisiones inconsultas.
No
porque mi papá haya muerto, sin suficiente tiempo para educarme directamente,
si bien me vinculó con sus escritos,
mamá todavía me enriquece con otras cosas que no son tan obvias si dependieran
exclusivamente de lo escrito por papá y que he hecho aficionado a citar.
Además, hay espacios de cronología y de vivencias que, por su muerte prematura,
él no llenó. No pudo. Tal vez, si hubiese vivido más, las sabría por su boca.
––Entonces, si es cosa de la rivalidad
personal entre la primera familia Rednitz con mi abuelo paterno, ¿por qué nos
maltrata su familia entera? A ti, mamá, cuando estás desamparada, a mí, siendo
niño... ¿Qué daño podemos hacer a ellos o hicimos? ¿Qué quiso de nosotros, si
aún de lo que fue nuestro, en cuanto propiedad material, fuimos despojados? ¿No
tiene ya el liderazgo de las colonias? ¿No le basta? ¿Tanto puede su rencor
porque no lo haya querido como socio en nada?
––Liderazgo tiene; pero no todo lo que fue de
Güeldres, tu abuelo.
––¿No todo? ¿Qué quieres decir?
––Tenemos una casa que nos hizo... Y lo
mejor...
––¿Qué, Mamá?
––Nos tenemos a Nosotros Mismos –, dijo.
4. El
hospitalillo de Iván Güeldres
En política,
bajo una definición de ética práctica,
yo bendigo
especialmente a los fuertes
(mientras son humildes,
pese a las mediocridades
que todos,
débiles o fuertes, adquirimos
a lo largo del
camino).
De «El libro de anarquistas» [2014],
pág. 43
Visitaron,
a par de años como recién llegados, otra vez a Chichihuatl, a considerable distancia de Guadalupe, donde
su padre invirtió mucha energía de su liderazgo y de las finanzas que heredera
de sus ancestros. Aquí están los menonitas y hermanos amados como los Arnol,
aquí hay bávaros y hermanos espirituales que vinieron después de la Primera
Guerra Mundial. Algunas familias que dejaron la colonia de Guadalupe dicen que
allá el grupo original está en desbandada y que los intereses vinícolas han
triunfado sobre la edificación de la Nueva Jerusalén y que a las sabrañas
dominicales arriban muchos campesinos, como si fuese a un jolgorio de
borrachos... y es la misma gente a la que él no dio dinero, pero, hizo que los
menonitas le mataran el hambre y le cosieran camisas o pantalones...
Este
día es importante. Iván Güeldres ha abierto mi hospital, atendí varios partos
con ayuda de Claudita. Por otra parte, ha comenzado a fabricar su propia casa y
se maravilla con Claudita, porque es afanosa y cocina para todos los que ayudan
en la construcción, sirve de comer a
todos, y la casa apenas se techa todavía, pero ella ya tiene en sus
alrededores, sectores marcados, siembra una hortaliza. Planos y diseños para la
tarea. Ha comenzado a cultivar repollo, betabel, coliflores y tomates. Hay en
las esquinas, como sus linderos naturales, un limonal. Que lo que tenga espina
proteja lo que es suave. Ella lee sobre la conducta de animales... Ha designado
un área para lo que será el jardín. Y asegura, por el amor de Vermeer y Van
Gogh, que germinarán los tulipanes y geranios olorosos, donde ella quiera y
diga.
Cuando
terminemos la casa, él dice tendrá mucho más tiempo para dedicarse a amar su
casa y la mujer. Es tan jovencita todavía que el Abuelo / padre de él, la llama
Niña de Paz, la designa como si fuera una Virgen que yo no debo 'poseer',
siendo su esposo desde antes de llegar a Ensenada. «Espera hasta que cumpla
veinte o veinticinco años».
A
los 21 años que ya los tuvo cumplidos, la guardó. No la forzó a intimidad, a
gozo carnal, si no quiere. Lo estrictamente existencial de este cuidado es que
ella tiene memorias de guerra, sorbió con lástima la violencia de otras
víctimas que atendió y necesita de él espiritualmente, no como el amante. Quiso
que crezca fuerte y hermosa... a veces, si le urge.
––Soy
macho, bestia de libido intenso, Claudia.
––Pero
imagina que me das otro ejemplo.
––¿Cómo
cuál, si ya he esperado mucho. Tú no te pones vieja, yo sí.
––Todos
envejecemos, no le agregues angustia.
––¿Cuál
ejemplo quieres, Luna mía? Seré Endimión que duerme a tu lado. ¡Pídeme!
––Dame
el ejemplo de paciencia y confianza de tu padre... Como lo planteado para el
proyecto de Menno: el cristianismo comprometido con la virtud. Crear el Reino
de Dios en la Tierra sin necesidad de sangrar con espada la dimensión histórica
de lo humano. Ni sangrar vagina de mujer por derivar placer o hacerla hembra
paridora... ¿No son suficientes mis besos? ¡Te acaricio, te mimo!
––Pero
hay que reproducirse en la Nueva Jerusalén. Y eso se llama: sexo. Mi padre
nunca adujo ira de Dios para quien cohabita con la mujer de su deseo. Su visión
del proyecto no es negación medieval e inquisitorial de la carne. El supo que
no es la primera vez que las teocracias se vuelven instrumentos para las
fechorías de la voluntad impura o el alma concupiscente. Más bien, él enfatizó
sobre la impureza de las dirigencias. Y lo existencialmente vil y agresor de
las pasiones al contacto con los primeros», la corrige él.
––Cuando
esté nuestra casa preparada y tengamos nuestra habitación, me harás tu mujer y
nos casamos al estilo de la Doctrina de
Menno, y haré que el Molokano oficie nuestra boda, pese a que ante la ley
holandesa cumplimos.
––Ya
me imagino al hijo que me das, amada Claudia.
––Cuando
nazca, como si fuera un símbolo de sabiduría, ponle por nombre el de tu padre:
Simón, como el fundador de los Molokanos, Simon
Uklein, porque junto a Hilario Pobirokhin en 1765 fue bendición para los
rusos... Simón, para la gracia de Holanda, Menno Simonsz, o Simonis. El
regenerador de los Anabaptistas y fundador de la Iglesia Menonita, que encarne
en si el homenaje humano y social en nuestra sangre, ¿ah?
Iván
no le confesó a su padre que Simón era el nombre que en su corazón había
elegido. Tampoco se lo dijo a Claudia, pero ese día la besó por gratitud
infinita. La persuadió de bajar a tierra, dejar su cielo estricto y puro.
Sobre
una camilla del hospitalillo en Chichihuatl se olvidaron de previas promesas. La
sedujo, se disfrutaron al quererse.
Y fue el
día que quedó embarazada.
De
vuelta a su casa provisional, tras el largo viaje, quedó dormida. Soñó con
Amsterdam y que, en su ciudad, lo halló armado como si fuera un soldado de la
resistencia clandestina. Un soldado pagano con una metralleta. Sin embargo,
ante la congregación, él confesó que armas ha tenido en las manos y nunca las
ha disparado contra ser humano alguno... y ha vencido la tentación. Claudia
preguntó al Großvater, el Molokano, el por qué.
––¿Ha
estado tu hijo en riesgo antes de yo conocerlo?
––El
es un Niño viejo de la Paz–– y, ante Iván y ante Claudita, les emplazó a que
nazca otro niño que tenga esa naturaleza.
––Bendice
mi vejez y la sangre de mi hijo––, les dijo. Se halagaron mutuamente diciéndose
estas cosas. La mayor y más grata fue cuando Claudia le dijo:
––No
está lejos el día. Vas a tener un nieto.
5. Un ácrata de Dios
Bendigo
especialmente a los fuertes
(hasta
stirnianamente en la Unicidad del Yo absoluto)
siempre y
cuando no sean ladrones ni parásitos
y piensen el
mundo como una gran familia,
universalmente
extendida,
a la que
darían la vida entera, sangre y tiempo,
sin medir todo
lo que en nombre de los prestigios
de cordura, se
les negará ni todos los peligros
que comenzarán
a acecharlos una vez
que los
culebrones venenosos
se apañen en
su contra,,,
De «El libro de anarquistas» [2014],
pág. 46
Großvater
Güeldres, el Viejo Barbón, asesor de Basilio Pivovaroff, Pablo C. Blumenthal y
Simón Babishoff, en aquellos años de 1905 al 1907, fue uno de los creadores de
la Empresa Rusa Colonizadora y la colonia rusa en Guadalupe y recordaría que la
siembra de trigo, hortalizas y cría de vacas y borregos, fue la razón por la
que puso su dinero en la idea y, sobre todo, dio el plan práctico de
organización que discutía con las 104 familias originales. Estudió la
experiencia de menonitas en Prusia y el momento en que Rusia le dio asilo.
Si
cada colono ruso, o los invitados que trajera de Holanda, disfrutarse el mínimo
de 180 acres de tierra por familia, cumpliría con un modelo establecido y
pre-estudiado, Los 180 acres fue como medida ideal que concediera la Reina
Catalina La Grande, a menonitas
perseguidos en Prusia, o para entonces presionados al servicio militar
obligatorio.
Sumado
al privilegio de repoblar la Ucrania por el año 1600 y de cultivar las tierras
a orillas del Río Dnieper, o las regiones despobladas, recién arrebatadas a los
turcos, la Zarina concedió más que el asilo en Rusia. Dio el permiso a
gobernarse por si mismos, con sus propia leyes y costumbres, construir sus
iglesias y establecer sus escuelas.
Esto, en tiempos más reciente, es lo que quiere y lo que gestionó el
Abuelo en cada comisión de delegados en que se le invitaba como experto,
traductor y empresario.
Se
trajo a gente que sabía cómo abrir al cultivo extensiones de tierra virgen,
desecando pantanos, construyendo canales y canales de desagüe. Algunos
procedían de Renania, Danzing (Prusia) y Países Bajos, y eran expertos en sus
faena. Mas estos rusos de la Empresa Colonizadora, pioneros en América del
Norte y México, era agricultores, Padecían en hambre y juró que les ayudaría,
máxime si les sabía menonitas.
De
Álvaro Obregón consiguió otras concesiones para sus grupos: gastos de traslado
a Chihuahua, por ejemplo. Y, así, para
1927 ya se habían establecido 10,000 menonitas en todo México. De ahí en
adelante fue que cada comunidad desarrollara sola, con el mínimo de jefes,
sacerdocios e intervencionismos coercitivos. Entre las sierras de Ensenada fue
que el Abuelo echó su ojo a los valles fértiles como los de Guadalupe y el
Valle de Ojos Negros. El clima templado le señaló la conveniencia del cultivo
de la vid y de algunas frutas cítricas.
Han
dicho que es un expositor pedante porque cada vez fue más evidente, «nos echó
en cara», que puso la fortuna de sus padres, su herencia, en promover causas
utópicas y hubo no pocas gentes que le pedían: ––Préstame; yo te pago–– y les
dijo: ––No. Tú eres vicioso y vago.
Esto
también se supo sobre él. No todo el mundo es adinerado, es cierto. El lo fue.
«Entonces, tengo el derecho a invertir y a prestar a quien me plazca». Les
callaba las bocas. Y Rednitz, el cómplice de Von Graf, asesino del premier
socialista de Baviera, fue uno de los que pidió prestado.
––Y...
¿a cuenta de qué?
––Pero:
¿no es usted es usted
socialista?
––No,
señor Rednitz. Soy un ácrata de Dios.
Por
razones de la guerra se fue y volvió. Dijo que en Europa estaría el tiempo
imprescindible, no más que lo necesario. Donde hay guerra su corazón no quiere
estar. Ni quiso ni quiere.
––Creímos
que habías muerto.
––Lo
mismo se creyó debido a la ausencia de Moisés por la gente del Desierto.
Al
cabo del tiempo, sucedió que los Rednitz, o el grupo de bávaros como se bautizó
a su clan familiar, han querido redefinir las Enseñanzas de Menno desde la
misma década de 1920. Ellos combaten a quienes, casi veinte años antes, como
los molokanos y los sucesivos emigrados holandeses, firmaron el acuerdo de la
fundación, que es mucho mejor que lo que otros pretenden. Hubo alegría porque
el Opa und heilig Aussteller había regresado.
Los
influenciados por la dirigencia de Güeldres entendieron que el fundamento de la
comunidad serían las obras de justicia que se manifiestan como amor: vestir,
alimentar y albergar a los pobres, tradicionalmente perseguidos, orar por ellos
y compartirles una fe evangélica muy viva, realista y consolante. ––Y el
trabajo cooperativo, como pequeños propietarios es la clave práctica. Y el apasionamiento, la clave espiritual.
El
gobierno cedió una cantidad de tierras. Otras habría que comprarlas y pagarlas.
Güeldres sabía cómo se ejecutan los negocios. Es abogado y, sobre todo, gran
organizador. El se había cansado del anabaptismo radical holandés. Las ideas de
Menno sobre el pacifismo le animaron a tomar otra vez el toro por los cuernos y
su consciencia política sobre la inminente primera Guerra Mundial hizo que se
evitara, no sólo luchas inútiles y martirilogios, sino los sufrimientos
personales al mudarse a México.
A
los Rednitz se les olvidó que el Güeldres, con su mujer, vino al valle antes
que ellos. Como fundador y anciano merece su respeto. Y no es que sea asunto de
antigüedad. O del estilo de personalidades. O que para pesar el mérito de
acuerdos ya tomados lo único a considerar sea quien llegara primero. La colonia
tiene una Constitución, con simples reglamentos y guías normativas, que cuando
se violentan es obvio.
En
este momento, la voz en el Valle es que, desde que el expositor santo, heiligen Aussteller, se fue, la
Constitución original ya no existe y se vive en un clan privado. Los hermanos
son como fantasmas. Autómatas, aficionados al trabajo, su único mundo. Por
solidaridad, casi animal, se cubren las espaldas unos a otros y la vida es por
inercia lo que se pueda bajo este imperio de los bávaros... La gente buena
trabaja muy duro. La mayoría de las niñas, virtuosas, con una timidez atroz...
Se vive para eso, sin gozo y los Rednitz han prosperado, se sienten el centro
del mundo y, como borregos, las mayorías a obedecer al grupillo, a seguirlo, y
escudarse en la esperanza de que un día será castigado por Dios mismo.
––No
debiste irte––, se quejan unos pocos.
La
comunidad no ha madurado. Es una sociedad de borregos. Es una tribu capturada
por los más fuertes. El Großvater ha dicho que lo único imprescindible para que
una comunidad sea vibrante es que colectivamente impere la claridad del
pensamiento y cuando es necesario el relevo de la dirigencia que se haga, por
consulta colectiva y amplia, y sea el mejor. Y se expulse al impío porque Dios
es un Dios de ley. Es sabio al oír.
––A
Dios nadie lo hace pendejo––, dijo en un momento de ira.
Sí,
él utiliza en alemán y en ruso palabras con las que tiemblan los mal nacidos. O
los hijodeputas como decía a los nazis. Ciertamente, la personalidad del Großvater
fue compleja: tierna con el tierno, ruda con el descarado. Ahora salpica con
palabras al español y son más duras e irreverentes que las que pudiera pronunciar
en ruso.
De
hecho, cuando propuso muy claras normas de organización, revisión y asamblea
(para este simbólico experimento: edificar la Nueva Jerusalén) en tierras
mexicanas, recibió apoyo y Chichihuatl, como antes Guadalupe, dijo con diáfana
consciencia colectiva: ––Tenemos Constitución... y la traduciremos a los
lenguajes que sean necesarios. No queremos multiplicar las colonias,
superpoblar. Importa la calidad de vida y trabajo.
El
Opa Güeldres no es que sea príncipe, es un Orientador de Dios, como Menno.
La
tarea del dirigente sea escuchar y convocar. Negocia consensos y se fue, por
momentos, contento, confiado...
––No
soy imprescindible. No soy dictador. Ya no soy necesario.
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