Calixto y Melibea: Daina Isard
El ¡ay! del yo lírico-amatorio
«La necesidad genética puede ser considerada una necesidad de evacuación; la elección está determinada por unas sensaciones que hacen más agradable la evacuación de los productos sexuales»: A. Hesnard
¡Ay, confidente Poesía, compinche de enamoradas,
alcahueta de miserias amatorias, Trotaconventos
de cada bella(quera) verraca de líbido!
¿qué podemos hacer? cuando las adolescentes,
las adultas... las vejacas, rezuman sus besos
por cada poro y a veces los ven volar
cual mariposas que no encuentran la flor,
como suspiros que no encuentran el cariñoso dato
cuando más saturadas está el alma de hormonas
y más hambrienta de besos...
¡Ay, díme si es por riqueza de Eros,
o si porque Cupido no acerta el flechazo
y el varón es rata de dos patas, o su cuerpo
es de sapo que croa en el lejano pozo,
donde no existe el príncipe,
eso mozo digno de quererse,
ese amigo digno de ser besado.
Dímelo, sicóloga de amores, adivina
de palabras, maga-hechicera de sortilegios.
Se han vuelto demasiados los poemas
a la carne, textos a los deliquios,
mis menciones de noches pasionales...
Ayúdame, consejera sentimental,
reparadora de orgasmos, veterana de líbidos,
a organizar el placer que nos provoca
(a nosotros, pobres poetas de todos los sexos
y avatares) a que fluya esta emisión
de productos sexuales.
Casi todas las palabras que yo encuentro
en los textos, ¡ay! se repiten como rimas
de amor, se unen a caravanas
de nómades hambrientos de ternura,
se urden para verte y que ofrezcas consejo,
Gitana, con naipes marcadas
de consuelo y ases de corazones.
¡Ay! ¿quien capaz fuera como Abu Chafar
ben Said, y uniera el agua con el fuego
y ofrezca consejo a Calixto y Melibea?
Sé tú en su lugar, Mujer Libre de dudas
y Casamentera de los atormentados,
quien a la reclusa de amor por doncellez
la redima, o en el cesto de su compra
ponga magia, la cita a ciegas
con quien dará caricias y susurre la palabra
más dulce y sincera.
Tira el panal, Celestina, y que no escape el deseo
de la abeja, pero que se coma miel
a ojos vistos o a escondidas,
¡ay, qué enamorado amor pica en los huevos,
qué humeda tibieza se esconde
debajo de la falda,
qué aromoso misterio mortifica las bragas,
que la Poesía ya no sabe
cómo callarse toda su gana de amar...
sin que nada nos joda
ni el laúd silencie su lujuria
ni el tocado de plumas de la joven risueña...
Haz el momento mágico en medio
de los oscuros y sombríos muladeres
del encuentro caravagista:
ella quiere ver a «Gerardo de la noche»
y sentir sus buenas intenciones,
si con él hay futuro, o sólo simulacro
por apuradas pasiones; ¡ay, cómo es líbido en pote!
cada palabra cómo infecta la lengua que canta,
o los dedos que escriben, con todo vaciamiento
en iemanjá de zamba para el gozo
y la pomba-gira, escandalosa...
como nalga...
¡Ay, LocaLorca, lo caliente no se quita.
Mi caballo negro está fuera de control
pues ha visto la rosa, ay Carol Baker,
tanto líbido, naufrado en la colcha,
y facilita de amar te he visto en Baby Doll...
Todo me habla de ti, Misterio Voluptuoso,
espasmito de biología, ansiedad metafísica
de mis progenitales versos, un cuadro,
un jardín, una película,
una suave melodía...
turgencia de los órganos bellos, disfraz
de la palabra coactiva, incentivante
de un qué sé yo
que es el ¡Ay! del yo lírico-amatorio
en aras de evacuarse
intensamente inmoralista.
03-11-2004 / De Estéticas mostrencas y vitales
___
Epica de San Sebastian del Pepino / Literatos y poetas pepinianos / Don Victor Primo Martínez / Don Primo El Caballero / Bendición a Don Aurelio Méndez Martínez / Carlos López Dzur: Entre la narrativa y la poesia / Orígenes del Pepinito / En SSPepino / Las Partidas Sediciosas en Pepino de 1898 / LA MUERTE DE LA ALEGRIA Y LA INOCENCIA / A Sara, la princesa / No es un fantasma / EHE / Facebook / Wall / El hombre extendido / Ironías de los capitales / De El Libro de anarquistas / La prensa vendida y anestesiada / Selecciones del El libro de anarquistas / Kiltras / En el Bicentenario de la Independencia Mexicana / De El Libro de anarquistas / Indice de El Libro de Anarquistas / López Dzur
alcahueta de miserias amatorias, Trotaconventos
de cada bella(quera) verraca de líbido!
¿qué podemos hacer? cuando las adolescentes,
las adultas... las vejacas, rezuman sus besos
por cada poro y a veces los ven volar
cual mariposas que no encuentran la flor,
como suspiros que no encuentran el cariñoso dato
cuando más saturadas está el alma de hormonas
y más hambrienta de besos...
¡Ay, díme si es por riqueza de Eros,
o si porque Cupido no acerta el flechazo
y el varón es rata de dos patas, o su cuerpo
es de sapo que croa en el lejano pozo,
donde no existe el príncipe,
eso mozo digno de quererse,
ese amigo digno de ser besado.
Dímelo, sicóloga de amores, adivina
de palabras, maga-hechicera de sortilegios.
Se han vuelto demasiados los poemas
a la carne, textos a los deliquios,
mis menciones de noches pasionales...
Ayúdame, consejera sentimental,
reparadora de orgasmos, veterana de líbidos,
a organizar el placer que nos provoca
(a nosotros, pobres poetas de todos los sexos
y avatares) a que fluya esta emisión
de productos sexuales.
Casi todas las palabras que yo encuentro
en los textos, ¡ay! se repiten como rimas
de amor, se unen a caravanas
de nómades hambrientos de ternura,
se urden para verte y que ofrezcas consejo,
Gitana, con naipes marcadas
de consuelo y ases de corazones.
¡Ay! ¿quien capaz fuera como Abu Chafar
ben Said, y uniera el agua con el fuego
y ofrezca consejo a Calixto y Melibea?
Sé tú en su lugar, Mujer Libre de dudas
y Casamentera de los atormentados,
quien a la reclusa de amor por doncellez
la redima, o en el cesto de su compra
ponga magia, la cita a ciegas
con quien dará caricias y susurre la palabra
más dulce y sincera.
Tira el panal, Celestina, y que no escape el deseo
de la abeja, pero que se coma miel
a ojos vistos o a escondidas,
¡ay, qué enamorado amor pica en los huevos,
qué humeda tibieza se esconde
debajo de la falda,
qué aromoso misterio mortifica las bragas,
que la Poesía ya no sabe
cómo callarse toda su gana de amar...
sin que nada nos joda
ni el laúd silencie su lujuria
ni el tocado de plumas de la joven risueña...
Haz el momento mágico en medio
de los oscuros y sombríos muladeres
del encuentro caravagista:
ella quiere ver a «Gerardo de la noche»
y sentir sus buenas intenciones,
si con él hay futuro, o sólo simulacro
por apuradas pasiones; ¡ay, cómo es líbido en pote!
cada palabra cómo infecta la lengua que canta,
o los dedos que escriben, con todo vaciamiento
en iemanjá de zamba para el gozo
y la pomba-gira, escandalosa...
como nalga...
¡Ay, LocaLorca, lo caliente no se quita.
Mi caballo negro está fuera de control
pues ha visto la rosa, ay Carol Baker,
tanto líbido, naufrado en la colcha,
y facilita de amar te he visto en Baby Doll...
Todo me habla de ti, Misterio Voluptuoso,
espasmito de biología, ansiedad metafísica
de mis progenitales versos, un cuadro,
un jardín, una película,
una suave melodía...
turgencia de los órganos bellos, disfraz
de la palabra coactiva, incentivante
de un qué sé yo
que es el ¡Ay! del yo lírico-amatorio
en aras de evacuarse
intensamente inmoralista.
03-11-2004 / De Estéticas mostrencas y vitales
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