Vestido de efod / El sacerdocio sagrado
1.
El corazón de la verdad es como un sacerdocio
y desde los tiempos de Aarón, el Levita
en las fronteras de Goshen
la verdad no quiere sofistiquerías, retórica
cobarde, engañosa y vana,
porque el día que el poema ante el Altar se deslengüe
o se haga a lo Bello andrajoso y a la verdad,
impura, el corazón mismo se mata.
Habrá que jalar de la soga de su pie
y traer su cuerpo a tumbos para que vea la muerte
devorar a sus hijos...
¡Qué sagrado es el verdadero Poeta,
el Nabi, a quien se da la voz persuasiva
y la invocación del Fuego Santísimo,
qué sagrada y temible la Palabra
que Moisés, aún viendo a Adonai, el proveedor
cara a cara, no se atrevió a pedir sacerdocio
para su boca y no fue a mentir fingiéndose el dotado.
El Poeta mata y cuando mata
a sí mismo se mata
y, en adición, su mentira mata a hombres y a pueblos,
y si bien su verdad tira y vence a faraones y sincarios,
ofrece verdad que hay que decir a los siervos.
¡Qué Santa es la palabra de Jah,
el lenguaje de poesía, el quehacer del portavoz
en servicio de redención para el hombre...
y MoIsés dijo: «Jah, no sea yo a quien consagres.
No me proveas ese oficio sin que haya sido sanada
mi lengua, Jah, El Shadday,
dios de la Zarza, guerrero y guía
de mi pueblo esclavo!
compadécete de mi lengua muerta.
Yo sólo sé abrir los ojos y sisear
como serpiente. No me hagas Nabi / poeta
2.
Bien sé que vendrán los celos
como un huracán de mal aliento; yo sé
que los sapos papujos hincharán las encías
con croares a mares y que académicos definirán
el prototipo. Que el Gran Rimero de seudafias
y sonoras verdades del adulterio
de la palabra, ha de ser así y así-i-asao
y asuntos de origen para el verbo, el orden,
la asonancia, la cadencia,
las prosodias con sus reglamentos
y en medio del cerro Sinaí donde ladran los caninos
y graznan los pajarracos de las adoraciones,
Reuben dirá: «Yo sí que soy primogénito,
Y digo mejor ser feliz que sabio.
y el huevo quiere sal.
y como pájaro algún día cantaré en tu palo».
yo, el bolerista de primera, los mandados a mi Silva,
yo mero lico carlo con mi voz,
yo Agustín laré y la hago, lero lero...
papa Gallo no cagaré la estaca
y cumpliré las funciones
que el sacer Dote vainas porque bien que merezco
ser elegido, ad perpetuum, y vestir
con tela azul, púrpura y escarlata, lino fino,
túnica de pelo de cabra, manto del efod,
el efod y el pectoral,
y que se me ciña el cinto tejido del efod,
ropa de poeta quiero y piedras de ónice
y de engaste con respecto al pectoral».
Mas no serás tú.
Boca de payaso, cara de payaso,
ropa de payaso, pinta de payaso
sin un final de caraval, eso me quedará de tí,
Rueben, porque en camisa de once varas te cautiva
la mentira ante el corazón que se arrincona
¿y con quién haré pacto y sacerdocio desde hoy?
y para siempre, no serás tú y, boca de niñajo tienes
e indigno eres del efos y en enre las dos piedras
de ónice, jamás se verá tu nombre
pues grabadas serán las voces de las doce tribu,
no voz aislada / jactancioso nombre,
primogénito ego.
3.
Cuando llamé en días de la cautividad,
alguno que me ayudara en la tarea de sacar
a Israel del cautiverio, uno con lengua de profeta,
allí, junto a mi hermana, lo ví
y le dije: «Aarón, si supiera usted qué terco es el faraón
y qué lengua muerta tengo para darle la vida
y destercar al poderoso, ¡ay pequeño!
con cinto de efod bordado
te llevaría ante el faraón conmigo
que ví el Corazón de la Verdad
y es temible y sagrado
y da mensajes que matan,
o, en su defecto, mensaje que hacen pura
¡Ay, Aarón! yo ví el corazón, pero no lo puedo
traducir a palabras, porque lo que ya miré
es resplandor magnífico y, tras un velo y un fuego
en la pira arde para siempre y no comprendo
que haya tabernáculos interiores
4.
Cuando más sed el Pueblo tenga
y exija algún texto que les duela en la carne
y la sed no sea bendita por tu voz
en favor del cuerpo y del alma, Poeta,
no vayas a Canáan, aún cuando te lo pidan.
No vayas a los gallineros donde duermen
los niños, vanidosos del canto
y del lúdico ego y el capricho.
Ni Aarón ni Moisés obedecieron el vicio
que saca al templo de quicio.
En casa del herrero está el cuchillo de palo,
pero en la casa del poema, oculta está la Logía
del espíritu y la fuente primiginia de las Aguas.
Desoye tú a los pueblos impacientes por más sedientos
que se quejen, o te digan, en Meribah (o Kadesh),
entre arenas del desierto; golpea tú la roca
pero sé en la Casa del Nabi
como el viejo que da el buen consejo
y la harina que vence la mohína en la casa
del hambriento. Ofrece tú el agua no por coacción
de ninguno, no compadezcas al capricho
porque es como acostarse con niños
y en la madrugada, cagado levantarse entre ellos.
Y Moisés dijo, cuando era como un niño
ante la zarza quemante que no había entendido:
«Si no hay aguas a la mano, la apagaré
con mis meados».... Aprende tú como el hermano
de Aarón, que quien con niños se acuesta,
meado amanece. Y golpea la roca,
haz milagros de Meribah
y no vayas a Canáan, no tú, Poeta,
si eres el guía, no vayas, Sacerdote,
como simple recadero.
5.
«And the glory of the Lord appeared to all the multitude: And behold a fire, coming forth from the Lord, devoured the holocaust, and the fat that was upon the altar: which when the multitude saw, they praised the Lord, falling on their faces»: Leviticus 9:23-24
de presente activo. Un poema es visión
del Guía, de quien aprende a redirmir
aunque no tenía la elocuencia de palabras.
Escucha, pues, a Moisés
aunque seas el primero entre los nuevos sacerdotes
del canto, según las instrucciones
que nos diera la Voz de Voces, voz de fuego
en el Sinaí. En el octavo día, comienza
el poema de la Gran Teoría: si sacrificio es necesario
al cuerpo, bendice el animal del sacrificio
y bendice al pueblo si comprende
lo que ha de ver... el fuego mismo de la Voz
que ordena el santo sacrificio.
Si vas a encender el fuego de las metáforas,
viste el manto azul del efod y diseña en sus bordes
granadas de púrpura y carmesí, campanillas de oro
entre ellas. Para honra y hermosura, también
pónte una mitra y un pectoral sobre el efod.
Vestidura no es lino fino sobre la carne, Poeta.
Es justicia divina, temida por obediencia
y este traje es celeste, porque viste en dignidad
las gracias del Espíritu: Urim y Tumim;
luces y perfecciones sobre tus pectorales.
Díme tú, poeta, ¿qué vas a atar,
alrededor de qué, qué diseño le darás
al Corazón de la Verdad?
... porque todo desvío hace al Poema
arma que mata, Efod de condena
Efod de oro, púrpura y ornamentos
robados a los madianitas hizo Gedeón
y condenó a su casa, a su auditorio,
de pueblos fue piedra de tropiezo
y a su sacerdocio lo exterminó la sangre...
¿que vás a atar / dice el Efod /
que desate mi ira? como Micaía hizo
en falso santuario de dioses e ídolos,
¿qué autoridad para coser un efod
y consagrar a hijo alguno, cuando sólo
el verdadero efod expía la idolatría
y la bincha –tzitz– el descaro.
y la mitznefet– las presunciones.
El poema es tu kutonet– única túnica
que puso al corazón aquel que Sana,
pero que como Guerrero urge su Deseo
que mata y purifica. Todo poema expía el derramamiento
de sangre. Todo texto sagrado es temible.
Hoy que comienza, en el octavo día tu sacerdocio, Aarón,
voy a probarte; yo te pido a tus hijos, Nadab y Abihu.
Fuego de mi corazón ha de purificarlos.
Voy a comerme sus cuerpos
con mi fuego porque incienso me han ofrecido
inapropiadamente.
6.
«Y... habló a Coré y a todo su séquito, diciendo: Mañana mostrará Jehová quién es suyo, y quién es santo, y hará que se acerque a él; al que él escogiere, él lo acercará a sí. Haced esto: tomaos incensarios, Coré y todo su séquito, y poned fuego en ellos, y poned en ellos incienso delante de Jehová mañana; y el varón a quien Jehová escogiere, aquel será el santo»: Número 16; 5-7
el Poema Celeste habla a la cara y en la cara
es que duele Su Llama. Con las ocho prendas
del Vestido visible a la verdad, se dispuso lo Oculto:
Que no ha de ser poeta sincero, mi Nabi sobre el mundo
el que tiene malos pensamientos en el corazón
y el Ceñidor lo dice –con avnet– expiará
y con joshen– y ceñidos serán los juicios de sus rumores.
Dolidos en murmurantes liderazgos,
mas no serán los poetas...
En la capa de Meil el envidioso dejará la habladuría,
ah Miriam sólo Moisés vio la Cara del Sanador,
al Santo Jah, al Guerrero de las Zarzas,
el que da la esencia del poema
y el Tzaraath.
«Oíd ahora, hijos de Leví:
¿para qué tierra hablan, si polvo son
de tierra mentirosa?
Mas si el Poema Celestial hiciere algo nuevo,
y la tierra abriere su boca y los tragare con todas sus cosas,
digo que descenderán vivos al Seol,
e irritará al Sacerdote aunque se haya vestido
con el mejor efod; porque el poeta de barro
de lodo tiene los pies y la mona aunque se vista
de seda, mona se queda.
«Y aconteció que cuando cesó él de hablar
todas estas palabras, se abrió la tierra
que estaba debajo de ellos.
Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos,
a sus casas, a todos los hombres de Coré,
y a todos sus bienes».
7.
«Y Jehová dijo a Moisés: Vuelve la vara de Aarón delante del testimonio, para que se guarde por señal a los hijos rebeldes; y harás cesar sus quejas de delante de mí, para que no mueran»: Número 7:10
una vara. Un camino. Un testimonio.
No quiero los pantalones –mijnasaim–
del que tiene relaciones prohibidas con el corazón
y en putas pelotas, o con moral en calzoncillo,
viene a mostrar su vara alta, su verga cojonuda;
yo, ordené a Moisés, que el que sea Príncipe
de su tribu, traiga las doce varas,
pero, de todas, sólo una reverdecerá,
yo no quiero pantalones de cuadritos
ni ajustados calzones que griten
«Esta verga es mía»: No. Traed la vara
como un testimonio de la magia que Es
Aquel que es para siempre el Guía,
el Senador, el Profeta,
«Traedme vara de Aarón de la casa de Leví,
ritmos de no cansados, alientos de reverdecidos,
vara que haya echado flores y arrojado renuevos,
y la almendra de su amor como fuego
y ojos que no ven, el corazón sentirá.
y en Oscuridad de la casa, transformará
el candil de la calle, con mucha luz de la Zarza.
He aquí que el Poeta ama y, aún a su sacerdote,
promete vida; he aquí que como patadas de yegua
considera tu amor y te bendice y casado
por amor se vinculado el poema celestial
con aquel que llora en los desiertos
y quien se casa por amor, ha de vivir
la zozobra del reto, decir esa Verdad,
sacar el ente de lo Oculto y llamar a los primogénito,
aunque sean los más pobres de la Creación en ciernes,
mis riqueza, mis vasijas de barro
cocidas con honesto fuego,
poemas del Autor de la Vida.
De Estéticas mostrencas y vitales
____
Carlos López Dzur / Vele Santoni / En «El Pueblo en Sombras /
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