al Dr. Joaquín Torres Feliciano, sicoanalista y poeta
Nadie me grita desde una acogeta, cualquiera sea el nombre. Conmigo no se juega al escondite. Si la esencia no se manifiesta en el fenómeno, es cierto: el océano último del cosmos estaría muy bien descrito por Von Hartmann, el inconsciente de voluntades ciegas me tomará como un poseso y seré el estúpido del que todos se ríen. ¡Del huevo de Leda saldrán los demonios, los cisnes, los gansos, las Gorgonas, Helena y las flappers! «La foule: vaste désert d'hommes», se quejó René Chateaubriand. Igual que cualquer hombre que se queje de las sombras, cavernarnas o fosos inconscientes, me quejo yo porque sin categorías objetivas no puedo entender ninguna esencia ni justificar mis impurezas ni mis verdades relativas.
Yo me armo de valor aunque esté maltrecho. Defiendo mi lucidez contra esa chusma de ágamos, ilusos y engañadores que publicitan mucha propaganda. No le huyo, me enoja que se sugestione y que el capitalismo y el mundo color de rosa me venda sus pamplinas. La gente, con exceso de fantasías, me hastía. Es que creo en la manifestación externa de las esencias. Los que se pretenden más espirituales que nadie y sólo meten la cabeza en el agujero no cuentan que aquí radica su derrota y, en mi caso, radica la voluntad de conceptualización, por la vía la abstracción lógica y el análisis.
Entiendo los desafíos de la condicionalidad histórica. Por desgracia, hay veces que uno es incapaz de resistir la presión de la gente delirante y llorona. Uno quiere dar paz, propiciar convivencia en aras del bienestar común y pasar a otros la doctrina de la objetividad del saber. No ahora, al menos. En estos días, hay muchos hijodeputas en acecho. Quizás es la crisis económica. Vienen a ver que te sacan. Te hablan de misericordia. De fe. Ayuda mutua. Te involucran con sus flemas saturninas. ¡Uno quisiera nacer de nuevo; participar de un mundo honesto! Pero nada que ver... ¿Y qué sucede? Sacan las uñas. Metafóricamente dicho, echan a rodar el huevo de Leda y te arrollan con la rodada, de sopetón.
Sé que, sin la base social e histórica, me perdería. Odio profundamente a estos fenomenólogos idealistas que circulan en el mundo de la imaginación pura y, como Husserl, predican que los objetos no existen fuera de la consciencia, que no hay realidad objetiva, que no hay mujeres ni delicias tangibles. ¿Cómo puede uno confiarse a esa caterva de avestruces? La gente escapista no le brinda ayuda a nadie. Son los que necesitan ayuda. Sin embargo, son los que echan a rodar el huevo de Leda.
Vine, por desgracia, a la tierra de los verduleros y me hallo en medio del mitote de los avestruces. Aquí los gansos gozan de prestigio. Y me han dicho que no soy sentimental, que no parezco una buena persona. Es que siempre he dicho, con un lenguaje que parece materialismo vulgar, que hay que ser un poco egoísta, autónomo para progresar, que hay que planificar. En tierra de los derrochadores, eso es como ser antipático... Bueno, no me escondo. Ni me gusta la mortificación y éste es un momento de asumir este problema. Estoy en graves problemas económicos. Algo hice mal. Admito cierta parte de la culpa. Le voy a decir cuál es.
Amé a Leda, la gratificación que viene cuando compensa la ley del castigo justo. Leda es algo hermoso: satisface un potencial. Leda es un premio, luz a final del túnel. Podemos amar al Cisne, o la Rana, al Ganso o a las culebras. Leda es amor propio y un día halla dos huevos: uno bárbaro, espartano; otro que es un huevo valioso, la verdadera Gratificación... a nadie que no comprenda que la vida histórica, siendo un pantano, muladar de acogetas, puede tocar la suerte de hallar un huevo valioso, doy mi solidaridad voluntaria. Leda somos todos en potencia; pero hay los que no empollan el huevo del cisne con la oca, sino que lo destrozan. Entran a los pantanos a solazarse, no a salvar la vida de otros, no a rescatar el huevo valioso... Parménides dijo que el Ser es corpóreo. Es lo que yo creo.
No me importa tener un ser infinito, como propuso Meliso de Samos. ¡No, qué va, no me importa! Pero que sea sólido, con masa, con corporeidad. La incorporeidad del ser es neurosis. Y, por desgracia, la gente que he conocido es la gente del pantano. La que prefiere las alucinaciones o malgasta el tiempo con los sentidos intuitivos de fascinación, no de espiritualidad. No sé conversar con idiotas. No me atrae compartir con cualquier gente. Hay poca gente que entiende a un hombre como yo. Gente que tenga los pies en la tierra y maneje los conceptos del orden y la seguridad, de lo valioso que es hallar un sentido del Ser gratificador...
Y voy ante los espirituales, usted sabe... esa gente que propuso la consciencia como un hoyo y mete la cabeza y se esconde en él y le digo: «Necesito ayuda». Un préstamo. Pero, por hoyo yo defino, por igual, la desconfianza. «Usted no es de fiar porque es ateo, radical, en cierto modo, elitista». Sufre solo o entra en este juego en el muladar.
Esa gente rompe los huevos y tira la yema de ganso, sus insultos de boca de sapo, sus águilas de mala voluntad y mentira sobre tí... Tiran fango de su pantano, destruyen lo valioso... Consejos es lo que te dan. «Cambia tu vida, sé simpático». Vas a pedir ayuda y ellos te cambian el orden. «Ayúdanos tú; entra al juego». Sí, que les ayude a empollar un monstruo. El mismo monstruo que me ha puesto en el camino de Leda, la ultrajada.
Soy objetivista. Prefiero las determinaciones de mi intención humana, chacon a son goût, sin mi cabeza en el agujero. ¿Es posible? «Yo vengo a pedir ayuda y, cuando estoy caído, no puedo ayudar»... Te replican, caray. No son colaborativos. De la acogeta salen los acusadores: «Usted es individualista, antipático... si hasta ha dicho que somos una chusma... que destruímos el orden; o llenamos de locura el mundo»... No es cierto, con la ayuda de Leda y Némesis, la vengadora justa, doy a cada cual lo que merece y, sobre todo, hago mi felicidad. Me gratifico.
Vine a la Iglesia, a las organizaciones bona fide. Estoy menesteroso. He perdido mi casa por una economía que se fue de mi control. Estoy desempleado. Estoy enfermo, sin familia, sin el apoyo de ninguno... pero no soy un delincuente ni soy como Sade, progresista, republicano y ateo. Yo creo la solidaridad voluntaria, sin soluciones de avestruz... ¿Cómo puede uno confiarse a una caterva de avestruces? Estoy como Leda en las orillas del río Eurotas, quien a riesgo estuvo de ser violada por todas las deidades falsas del poder.
El huevo de Leda fue un huevo de cisne. El huevo que encontró y que era valioso no fue una piedra, no fue una carroña como las de las almas vulgares. Cuando se abre el cascarón asoma una cabeza de cisne. O una gratificadora bienaventuranza... algo realmente inmortal y divino. Némesis, el buen destino, te premia... pero, ¿qué ha sucedido con esos caras de rana a los que he pedido ayuda... me abuchean con huevos de ganso, ¡ay, ni madres! porque llevan la fealdad y la cobardía por calaca. Los esquivo. No me bañarán de yema de ganso ni escupirán las moscas de su boca sobre mí...
La Iglesia y el Poder del Establecimiento me han dejado solo; aún Leda, puede ser violada y engañada y es triste, pero tarde o temprano tendrá recompensa porque escogerá el huevo valioso. Ella tiene instintos superiores. Ella no es una vaca, de esas que se creen incorpóreas. Ni es una histérica zoofóbica jugando en el muladar. Es fácil hallar una vaca que no da leche. Un criadero de renacuajos... Yo, como Pedro Abelardo, a quien le negaron los huevos del placer, al menos le admiro que, después de todo, fue el primer conceptualista. ¡Es lo que temo: dejar de ser el gran conceptualista del placer y el Ser valioso! Si no lo soy, ¿qué seré?
Considéreme un ciudadano preocupado, ahora en miseria, pero, protegeré este principio. El de mi dignidad y la solidaridad primaria con los objetos amables y reales. Leda es un objeto dentro de mi consciencia. No está fuera de mí y, conste que lo que más me agrada de la vida es ajeno, trasciende mi consciencia. Es una trayectoria lejos de mi propia fenomenología. Estúpido, ¿no?
Con el perdón debido, por la palabrota, si el Estado, la Iglesia y la Comunidad, no me ayudan ahora que voy por Leda y sus huevos valiosos, la vida de estas tres instituciones, será un muladar y, si usted como individuo, me menosprecia, ahórrese your farting show. Sus desprecios... No vivirá dentro de mi consciencia. No pertenecerá a ella. ¡Pero qué bueno que la existencia de otros sea independiente de la mía!
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No me importa tener un ser infinito, como propuso Meliso de Samos. ¡No, qué va, no me importa! Pero que sea sólido, con masa, con corporeidad. La incorporeidad del ser es neurosis. Y, por desgracia, la gente que he conocido es la gente del pantano. La que prefiere las alucinaciones o malgasta el tiempo con los sentidos intuitivos de fascinación, no de espiritualidad. No sé conversar con idiotas. No me atrae compartir con cualquier gente. Hay poca gente que entiende a un hombre como yo. Gente que tenga los pies en la tierra y maneje los conceptos del orden y la seguridad, de lo valioso que es hallar un sentido del Ser gratificador...
Y voy ante los espirituales, usted sabe... esa gente que propuso la consciencia como un hoyo y mete la cabeza y se esconde en él y le digo: «Necesito ayuda». Un préstamo. Pero, por hoyo yo defino, por igual, la desconfianza. «Usted no es de fiar porque es ateo, radical, en cierto modo, elitista». Sufre solo o entra en este juego en el muladar.
Esa gente rompe los huevos y tira la yema de ganso, sus insultos de boca de sapo, sus águilas de mala voluntad y mentira sobre tí... Tiran fango de su pantano, destruyen lo valioso... Consejos es lo que te dan. «Cambia tu vida, sé simpático». Vas a pedir ayuda y ellos te cambian el orden. «Ayúdanos tú; entra al juego». Sí, que les ayude a empollar un monstruo. El mismo monstruo que me ha puesto en el camino de Leda, la ultrajada.
Soy objetivista. Prefiero las determinaciones de mi intención humana, chacon a son goût, sin mi cabeza en el agujero. ¿Es posible? «Yo vengo a pedir ayuda y, cuando estoy caído, no puedo ayudar»... Te replican, caray. No son colaborativos. De la acogeta salen los acusadores: «Usted es individualista, antipático... si hasta ha dicho que somos una chusma... que destruímos el orden; o llenamos de locura el mundo»... No es cierto, con la ayuda de Leda y Némesis, la vengadora justa, doy a cada cual lo que merece y, sobre todo, hago mi felicidad. Me gratifico.
Vine a la Iglesia, a las organizaciones bona fide. Estoy menesteroso. He perdido mi casa por una economía que se fue de mi control. Estoy desempleado. Estoy enfermo, sin familia, sin el apoyo de ninguno... pero no soy un delincuente ni soy como Sade, progresista, republicano y ateo. Yo creo la solidaridad voluntaria, sin soluciones de avestruz... ¿Cómo puede uno confiarse a una caterva de avestruces? Estoy como Leda en las orillas del río Eurotas, quien a riesgo estuvo de ser violada por todas las deidades falsas del poder.
El huevo de Leda fue un huevo de cisne. El huevo que encontró y que era valioso no fue una piedra, no fue una carroña como las de las almas vulgares. Cuando se abre el cascarón asoma una cabeza de cisne. O una gratificadora bienaventuranza... algo realmente inmortal y divino. Némesis, el buen destino, te premia... pero, ¿qué ha sucedido con esos caras de rana a los que he pedido ayuda... me abuchean con huevos de ganso, ¡ay, ni madres! porque llevan la fealdad y la cobardía por calaca. Los esquivo. No me bañarán de yema de ganso ni escupirán las moscas de su boca sobre mí...
La Iglesia y el Poder del Establecimiento me han dejado solo; aún Leda, puede ser violada y engañada y es triste, pero tarde o temprano tendrá recompensa porque escogerá el huevo valioso. Ella tiene instintos superiores. Ella no es una vaca, de esas que se creen incorpóreas. Ni es una histérica zoofóbica jugando en el muladar. Es fácil hallar una vaca que no da leche. Un criadero de renacuajos... Yo, como Pedro Abelardo, a quien le negaron los huevos del placer, al menos le admiro que, después de todo, fue el primer conceptualista. ¡Es lo que temo: dejar de ser el gran conceptualista del placer y el Ser valioso! Si no lo soy, ¿qué seré?
Considéreme un ciudadano preocupado, ahora en miseria, pero, protegeré este principio. El de mi dignidad y la solidaridad primaria con los objetos amables y reales. Leda es un objeto dentro de mi consciencia. No está fuera de mí y, conste que lo que más me agrada de la vida es ajeno, trasciende mi consciencia. Es una trayectoria lejos de mi propia fenomenología. Estúpido, ¿no?
Con el perdón debido, por la palabrota, si el Estado, la Iglesia y la Comunidad, no me ayudan ahora que voy por Leda y sus huevos valiosos, la vida de estas tres instituciones, será un muladar y, si usted como individuo, me menosprecia, ahórrese your farting show. Sus desprecios... No vivirá dentro de mi consciencia. No pertenecerá a ella. ¡Pero qué bueno que la existencia de otros sea independiente de la mía!
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