a Jonah Goldberg
Parte ahora mismo para Nínive, la gran ciudad, y anúnciale el mensaje que yo te indicaré: Jonás 1-10
A Jonás, verga de oro y profeta, está a punto de tragarlo una ballena. Se le dieron órdenes precisas: «Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida» para que las dijera en las calles de la Gran Ciudad. Y siente vergüenza porque es como ir a decir lo que, al parecer, se interpreta injusto. Los ninivenses, en su mayoría, son buenos ciudadanos. Gente que obedece.
Además, los ojos de Jonás se han enaltecido porque, según ha ido paseándose por las grandes ciudades, y se entretiene. Todo lo que observa es tan atractivo: hembras hermosas, esposas de fachos, y cada facha es apetecible y no andan en fachas porque abundan las grandes tiendas, ámbitos tecnológicos, supermercados, parques, jardines, con limpieza conmovedora, congales de entretención. Y no ve moros con trinchete, ni corazones que hagan planes perversos. Los planes que hace el mundo, en la grosura de esta realidad, son buenos. Jonás, quien niega que el liderazgo de la dirigencia regional haya puesto sus pies para correr y hacer lo malo, le explica a su corazón de profeta: «Que el mundo se ha movido a la redención: el liberalismo fascista».
Jonás, espía del Cielo, teja abajo, redefinió en su encuentro con la Autoridad Cósmica que le dio Verga de Oro, espíritu entre los iniciados, que desde 1930 esta Tierra bendita, llamada el Norte de los justos, hilvana por influencia de Nínive el liberalismo, o progresivismo, o civismo progresista... ¡ay, no sé cómo llamarlo! que a él le encanta. El mundo se está comunicando al fin. Como Jonás es hombre bueno y confiado, no cree que haya lenguas que mientan ni testigos falsos, hijos de putas, idóneos para que esparzan mentiras y, peor aún, induzcan la discordia entre hermanos. «Tranquilízate, jefe. Aquí en Ní ni Veas todo está bajo control».
La Autoridad que bendice a Woodrow Wilson y Franklin D. Roosevelt ha instruído a Jonás que abra muy bien los ojos y los oídos porque los fascistas originales están en la izquierda, en el Otro Lado. «They are really on the left». Dice que no son los auténticos liberales, sino tal cual las jezabeles dolátricas. Hillary Clinton, con los baales de Hitler y Mussolini en los templos de sus corazones, es una de ellas.
Y, por cuanto Hashem es celoso, protector de la secreta historia y el plan suyo para el mundo, ha dicho: Destruiré el lugar del que me dices: No. Ni ni veas. [Jonás que se escondía no sabía que que Nínive es el engañoso clamor de NI NI VEAS].
Es que Jonás vio las alemanotas y las diez güilas de Il Duce. Una que se llama Margarita, pionera judía entre las fachas, amante mussolinita, lo hechizó. Anda con ella para arriba y para abajo. «Ya no habrá que hacer una batalla, como la que Woodrow planteara contra el socialismo. La utopía social que disciplina y maravilla a los ciudadanos ya ha sido formada y la hemos llamado: Fascismo. Libertad de Ni ni veas, porque sólo hay que disfrutarla», le dijo ella. Este es el Pacto de la Alianza en verdad: Gobierno y Corporaciones trabajando juntas. A greater alliance between big business and government. Este el verdadero Nuevo Trato que Franklin D. Roosevelt deberá imitar.
El Estado creaba la Utopía y Jonás, contagiado de las vanidades ilusorias, creyó a Margarita. Y pidió misericordia al jefe: «Dí a Woodrow Wilson y los padres fundadores del Liberalismo de hoy que más crueles jingoístas y más sangre de los inocentes han sido en tu reino, se ha visto. Y donde se ha derramado más de tal hervor es el lugar de dobnde provienes, desde sus ideologías presidenciales y desde el corazón de Tu Norte, mucho mens mal que en Ni ni Veas, porque nosotros, como ya has conocido, tenemos el socialismo edificador y la convivencia., Tenemos corazones conservadores verdaderos. No como en Amerikka».
Díle que Adolfito, hombre en la izquierda, sobre el capitalismo, la lucha de clases, el medio-ambiente, el control de armas, la eutanasia y el no fumar, y que se piensa casi similarmente que lo que los liberales de hoy en tu país. Jonás fue con tales cosas y habló masturbando su Verga de Oro.
El liberalismo fascista es bueno. No destruyas su Ciudad / sus pueblos / que yo al Ni ni veo lo encuentro bueno, siendo que prohíbe el tabaco, controla las armas con que se matan los hermanos, compadece al pobre que aborta y al fornicario que se amarra los güevos... El mismo Estado permite que te mueras por amor y se detenga su sufrir, porque la eutanasia es caridad; ardientes socialistas son los Hijos del Führer, Adolfo ha convertido al socialismo en un evangelio nacional, y también el Buen Benito; ambos se oponen a la herencia privada, a quese transfiera lo no se ganó con el trabajo, a la mano de apático vividor. Adolfo ha llamado a que se brinden cuidados médicos gratuitos. Benito mira con amor al obrero y hay sindicatos hasta debajo de las axilas... El Estado paga. De la salud no lucre ninguno. La educación es primero. La educación que sea pública y laica. Que la ciencia evite que la Mano de Dios nos aplaste.
Bendita sea la autoridad del Estado, dice Jonás, «into every nook and cranny of daily life».
Y oyéndolo, el Jefe se enojó. Lo escuchó decir que el Fascismo es, para ejemplaridad del gobierno de FDR: «the cleanest, neatest, most efficiently operating piece of social machinery». Y, como sabía que sus palabras enojaban a la Cósmica autoridad, el prostituto idolátrico que tentaba a su ego, aceptó que Margarita lo invitara a viajar en un crucero hasta Capri (Cho), para ver y oír en profundidad lo que jezabel, la judaica, tenía en su voluntad.
Y así, en la altamar y después de soplarse las velas en íntimo camarote, una tormenta vino que sacudió el mar y todos se hallaron ante la torrencial brisa del acusador.
«¿Que has hecho con la Verga de Oro y por qué te escondes con esta mujer? ¿No te dije que las jezabeles de facha liberal de hoy tienen sus raíces doctrinales y emocionales, no sólo en el fascismo de la Vieja Europa de siglos, sino en las lujurias remotas de las hembras que suben a los baales y asesinan a los sacerdotes de Hashem?»
Margarita, la judía facha, Jonás y la tripulación estaban muy asustados, porque escucharon que Jonás oía voz del Invisible Aliento y se culpó por la erección de su Verga de Oro.
«Es culpa es mía», dijo Jonás. «Desobedecí y parezco que sirvo al contraespionaje».
Reoyéndolo, los marineros lo tiraron al mar y lo tragó un Gran Pez.
06-12-2004 / Cuentos para esoteristas y otras menudencias
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