¿Acerca de qué hablan en rigor
los que no aceptan los ojos perceptivos y anhelantes
si la cara los sujeta, reverentes y fijos
y curiosos para que disfruten lo viviente y sus distancias?
¿Para qué tener narices y paladar y voz y oídos
si la vida del mundo está siendo descrita
despiadamente?
Si Dios es el Todo y obsequia el Universo
por mi pensar y mis sentidos, ¿acaso no me dio también
Su Semejanza, un Ser?
¡Pero dicen que soy desemejante
en la adorable infinidad de los paisajes!
6-15-1980 / El hombre extendido
http://carloslopezdzur.zoomblog.com/
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