Deambulo con el anhelo de que vengas conmigo.
Que tengas por nombre Samsri, fluyente ser,
Vecino a la mano, guía de mis ojos,
río de mi alma. Sé, como el deva que no teme
al insecto; sé como el león, rey en la selva.
Yo, sólo soy el turista en el zafari,
pero me siento seguro si vas conmigo.
Soy yo el que pago, ¿acaso la vida
no lastima mi costilla, Samsri?
¿Acaso es el alma gratis?
O al Brahman universal, continente lejano,
se va de oquis, con la cartera vacía,
e ignorancia a la mano?
Para muchas impresiones este dolor
de Samskāra voy pagando.
Aquí mi aferramiento como una identidad
con foto y todo, aquí mi voluntad manifestada
en Bhava y un ego que se va a las batuecas
con seis sentidos, si el sentido de extravío
también se cuenta, aquí la experiencia sensorial
más obvia que el querer y el antojo,
aquí la Consciencia / Vijñāna del viajante.
Su cuerpo-mente, o Nāma Rūpa.
Aquí este niño del Jati, otra vez renacido
para el sufrimiento, otra vez
con el antojo de irse al Africa
o la India, y montarse
como en el circo en la cabalgadura
de un elefante. ¿Irás con él? Es lo que traigo.
2-16-1984 / El hombre extendido
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