Una escalera vestibular me lleva a tu voz,
a pisadas sonoras.Tú regresas. Me susurras.
Me despiertas. Cuando tocas en la puerta levanto el velo,
te miro. Ven conmigo, te imploro.
No dormiré en silencio.
El infierno es el sequedal de vibraciones.
Eres mi novia, el sonido.
¿Quién cree que arrebatará
mi lira para siempre, en este túnel?
No sé, pero chapotearé en axonas bipolares y eferentes
porque iremos al pabellón más puro: la concha iluminada de tu eco.
En chispas de potasio voy a descubrirte, equilibrado
sobre cilios mielinosos. Me colgaré del pelo transductivo.
2-15-1980 / El hombre extendido
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