Jerarca del rigor, el poder me sorprendió callado.
Un carro de la guerra por mí llega. Están pidiendo triunfos
los que duermen. Expían, despiertos en luchas, los que aman.
El karma me encontró dormido y prevalecen el dolor y la amargura.
¿Quién soportará las pruebas, con qué Job
o lamento pondré mis huesos, con qué arcano justiciero?
Ocho veces me levanto; ocho veces me duermo...
Cuando venga la retribución, ¿cuál será
mi palabra? ¿Qué sólo a miseria me condujo
la miserable Rueda de Fortuna o que el kairós
no llegó nunca, no obstante lo esperaba?
23-7-1998 / El hombre extendido
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